viernes, 27 de enero de 2012

El Jóven Rebelde

¿Cuántas personas conoces, que dicen ser cristianas pero tú sabes que no es verdad? Los ves en la iglesia participando, ayudando y hasta predicando y te preguntas ¿porque lo invitan a predicar? ¿Por qué darle tanta participación? ¡Si esta persona todavía le falta tanto por aprender!
David quizás tenía unos 17 años cuando sucedió la famosa historia que todos conocemos. Su padre lo envió al valle donde la batalla entre los Filisteos y los Israelitas tomaba lugar. La verdad es que David era muy joven, y como tal estaba lleno de entusiasmo. Así son los jóvenes; no solo están dispuestos a tomar retos, ellos viven buscando la oportunidad de encontrarlos. David nos muestra que, aunque él fue enviado con instrucciones precisas, más que querer llevarle comida a sus hermanos y ver como estaban, el quería ver la batalla de cerca. Y se acercó, lo suficiente como para escuchar a Goliat retar a cualquiera que tuviera el coraje de pelear con él.
Adolescente al fin, comienza a hacer preguntas y parece que no quiere callarse hasta que alguien le conteste. ¿Van a dejar que hable así de Dios?  ¿Quién va a ir primero?  Es probable que David ni siquiera haya pensado en ir a pelear primero, quizás en su mente pensaba, “yo puedo ser uno de ellos, quizás el tercero o el cuarto.”  Me imagino que no habrá faltado uno que le dijera a los hermanos de David “Ese hermanito tuyo sí que tiene una boca grande!” La Biblia nos muestra como su hermano mayor va a pedirle cuentas y hasta a darle a entender que tenía que regresar a su casa ¡ya! Pero, otra vez, adolescente al fin, David le contesta “¿Y ahora que hice? ¡Solo preguntaba!” (1 Samuel 17:29) Tan grande fue la bocota de David que sus palabras llegaron hasta el Rey Saúl.
Ahora Saúl tenía frente a él a este jovencito. Ya lo conocía, David tocaba el arpa para aliviar el tormento al que Dios había expuesto a Saúl (1 Samuel 16:14-23). Pero eso era allá en el palacio. Aquí en el campo de batalla no había necesidad de música. Quizás al verlo pensó “y a ti ¿quién te invitó?” Quizás trató de convencerlo de la realidad “Yo entiendo que tú quieras hacer esto pero mírate, eres apenas un niño, déja que los hombres nos encarguemos.” Pero David insistía, explicándole al Rey como él había ya matado leones y osos, y como él entendía que así como lo libró de las garras de feroces animales, asi también lo libraría de Goliat (1 Samuel 17:34-37.)
 Saúl, que no tenía nada que perder busca su armadura y le pide a David que se la ponga, como queriéndole mostrar “Mira, así es la armadura de un hombre, así es como un hombre de verdad pelea, protegido.” Le dio su espada y con todo puesto David se dio cuenta que eso no era para él. El pastorcito no pensó en que podía estar ofendiendo al Rey, no pensó en lo que los demás dirían sobre su decisión. Simplemente se quitó todo, TODO lo que el rey le había dado para protegerse, tomó su bastón (de pastor) y fue a buscar 5 piedras lisas al arroyo.
Me pregunto que habrá sucedido en el campamento mientras David se acercaba al gigante. ¿Cuántas personas habrán dado su espalda y habrán salido del campamento, alejándose lo más posible de la escena, no solo por la vergüenza sino porque ya ellos imaginaban lo que iba a suceder. Me pregunto si el Rey Saúl quedó atrás, pensando “pobre músico ignorante, le dije lo que tenía que hacer pero no me hizo caso. Si lo mata al menos yo tengo mi conciencia tranquila…”  Me pregunto… ¿Dónde estaban sus hermanos? ¿Dónde hubiera estado yo? 
Una membrecía de 30 años en la iglesia, no se traduce en Cristianismo. Cultos diarios, música sacra y vestimenta pulcra no necesariamente se traducen en una cercanía al corazón de Dios. Pero en nuestros libros, esas características son exactamente lo que queremos imitar para demostrar que somos genuinamente cristianos. Es tanta la influencia de las tradiciones en nuestras vidas que llegamos hasta sentir que es Dios quien nos mueve a actuar de esta forma.  La historia de David y Goliat es mucho más que una motivación para que nuestros niños y adolescentes sientan que pueden hacer grandes cosas sin importar cuán pequeños sean.
La historia nos muestra que el Cristianismo no es una camisa de esas de “one size fits all.”  La historia nos grita que, cuando llegamos a juzgar a otros por no vivir el Cristianismo de la misma forma en que lo vivimos nosotros, en ese momento caemos en el hoyo oscuro de las tradiciones. Y esa oscuridad cierra nuestros ojos, perdiendo así la oportunidad de ver las grandes maravillas que Dios está haciendo con aquellos que son pequeños, con aquellos que no cumplen con nuestras expectativas pero que ante Sus Ojos, son perfectos. Cuando vemos a quienes predican diferente a nosotros, cuando escuchamos tópicos que no son nuestros favoritos, siendo predicados por estas personas a las que ya les hemos puesto “etiquetas”, y los ignoramos, no somos en nada diferentes al Rey Saúl, tratando de ponerle su armadura a un muchacho que dice atreverse a hacer lo que tú, por tus tradiciones no has podido; Pelear con un gigante. No somos en nada diferentes a quienes corrieron a esconderse cuando vieron al muchachito caminar hacia el gigante. Somos el hermano mayor de David, que le reclama por haberse atrevido a acercarse al campo de batalla, uno donde solo el cristiano preparado y estudiado puede triunfar.
No solo David ganó la batalla, sino que después de este incidente fue a vivir oficialmente en el palacio del Rey. David atraía a la gente hacia él con su entusiasmo y con su habilidad para inspirar a otros. Y su relación con Dios era tan diferente a la de Saúl, pero tan efectiva, que llegó a provocar celos en el Rey.  No era que Saúl no pudiera ver como Dios usaba a David, es que Saúl NO QUERIA ver. ¿No será que nos sucede lo mismo? Que vemos a esos jóvenes hablar, vemos como están siendo efectivos para otras personas pero como no son como nosotros, preferimos pensar que todavía Dios no los está usando como nos usa a nosotros. En el Salmo 32, David muestra una sensibilidad para la voz de Dios y una voluntad única para entregar sus debilidades y sus fuerzas al control de su Creador. Con un Cristianismo diferente, cometiendo tantos errores, David es conocido como el hombre que vivía buscando el corazón de Dios. Es por eso que David es mencionado en el nuevo testamento unas 58 veces, incluyendo el titulo dado a Jesús, “Hijo de David.”  Y para haber comenzado como un jovencito rebelde…
No vivas el Cristianismo de los demás… busca el corazón de Dios, y El te pondrá sobre gigantes. 

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