jueves, 26 de abril de 2012

¿Dónde se sentaría Jesús?


Mi hija se montó en el auto y comenzó a llorar. La inundé con preguntas y finalmente se calmó lo suficiente para decirme lo que le pasaba. “Me dijeron que papi no se viste decentemente para la iglesia” Me eché a reír sin darme cuenta de cuan serio esto es para ella. De seguro esto no era lo único que la preocupaba. “Mami, ¿tú crees que papi va a ir al cielo?” Entonces entendí lo que estaba pasando. No es la primera vez que en menos de 6 meses mi chiquita ha tenido que enfrentar la complexidad de ser religioso. Me sentí mal porque creo que no he hecho un buen trabajo preparándola para este tipo de experiencias. ¿Qué hacer? La preparo para tener piel gruesa? ¿La preparo para buscarle faltas o recordarle el pasado de esas personas en un esfuerzo por demostrarles que nadie es perfecto?  O ¿La enseño a bendecir a quienes la hieren?
Lo primero que quiero saber es ¿Quién tiene el corazón para decirle a mi hija estas cosas? Niños. Otros niños. Niños buenos, que ven todo blanco y negro, niños que ven la vida por los ojos de sus padres, y que sin duda repiten lo que dicen sus padres.

Así que mi primera reacción, una reacción humana, quería decirle a mi hija “la próxima vez que esa gente te venga a decir algo sobre la espiritualidad o de como tu papa no se viste como los padres de ellos, diles que tus padres tienen buena memoria y que nosotros sabemos que ninguno de ellos son perfectos, que se dejen de molestar.” Pero alabo el Nombre de Señor porque el continua moldeando mi carácter. Ahora, ¿el de mi esposo?  Dios continuó sorprendiéndome; Mi esposo, al escuchar lo que pasó le preguntó a mi nena “Tu crees que me veo indecente para ir a la iglesia?”  Ella, titubeó y entonces dijo “Es que los padres de ellos van vestidos con traje y corbata.”  Abdiel la abrazó  y le dijo “yo me siento cómodo así, en ropa sencilla. Dile a esas personas que tu papá le gusta vestirse cómoda y sencillamente. Díselo con mucho amor, y no cambies con ellos. Sigue tratándolos con amor.”

Sonreí, pensando que Abdiel pudo explicarle que durante el culto él está ayudando tras bastidores con detalles que no mucha gente conoce, en cosas que muchas veces requieren que se tire al piso, que corra de un lado al otro. Pero El decidió no hablar sobre eso, sino enfatizar su deseo de estar cómodo, de vestirse sencillamente. Yo pensé que las palabras de Abdiel serían suficientes, pero ella seguía ahí, esperando mi respuesta.

Oré en silencio, rogué al Señor que me ayudara a ver por sus ojos, entonces comencé a hablar; Usé las palabras de su papá.  Comencé a contarle sobre los preparativos que los creyentes en Dios (los Judíos) hicieron para recibir al Mesías. Le conté como para ellos era importante tener templos grandes, lo suficientemente grandes para hacer negocios de venta en ellos, le conté como esos creyentes, esos dirigentes se vestían de ropas hermosas, daban mucho dinero a la iglesia y juzgaban a los demás por no ofrendar como ellos, por no seguir las leyes como ellos, por no ser como ellos (Lucas 11:37-53). Entonces le dije “Isa, Jesús vino de forma muy humilde. Para Jesús, desde el principio de su plan de salvación, nunca fue importante como te vistieras, cuánto dinero dieras o los puestos que tuvieras en la iglesia. El nació sin nada, se vistió con ropas simples, fue al templo vestido sencillamente, se juntó con gente que se vestían sencillamente y olían a pescado. Y con ropa sencilla, predicó a quienes todavía sostenían ropas caras y elegantes.

“Si tuvieras que reconocer ropas caras en nuestra época. ¿Quién conoces que se visten con ropas elegantes en la iglesia?” Y con una sonrisa me dijo “los padres de mis amigas se visten con traje y corbata siempre.”  Sonreí otra vez y le expliqué “no es que sea malo vestirse bien (pues a mi me encanta vestirme bien), sino es el decir que la forma como te vistes es un reflejo de la sensibilidad de tu corazón hacia Dios. Yo puedo vestirme bien, e ir a la iglesia puntualmente solo para mantener a mi familia contenta, o para sentirme bien consigo mismo. El que te vistas de traje no te hace perfecto o mejor cristiano. Te hace ver como un pecador con ropa bonita, y punto. Lo interesante de esto es – continué diciéndole – que Dios usualmente tiene un efecto contrario al que vemos comúnmente en nuestra iglesia. Fíjate que después de Jesús morir, se le apareció a un hombre llamado Saulo, uno de esos líderes religiosos que esperaban al Mesías pero que no estaba listo para verlo, uno de esos que se vestían con ropas caras, lo que hoy es un traje completo, con corbata, zapatos combinados y medias combinadas, y lo llamó a que le siguiera. Desde ese momento ese hombre vivió una vida sencilla predicando con sus palabras y con su ejemplo.”
Hice una pausa, me preocupaba que ella no estuviera siguiendo la línea de ideas, “Isa, si Jesús viniera hoy a nuestra iglesia y tuviera que decidir al lado de quien sentarse… ¿Dónde se sentaría?” le pregunté, a lo que ella me contestó “en una silla en el sistema de sonido”  Yo sonreí una vez más. Mi hija entendió el mensaje, pues con sinceridad en su corazón, con amor en sus palabras dijo que Jesús se sentaría en el cuartito del sistema de sonido en nuestro templo… donde usualmente se sientan los encargados de sonido y tecnología, allí donde usualmente se sienta su papá.

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