jueves, 15 de marzo de 2012

¿Quieres ver lo imposible? Invítalo

Vivir, trabajar con quienes no creen igual que tu es difícil. No importa cuántas veces trates de compartir tu experiencia de lo que Dios ha hecho en tu vida, a la gente a tu alrededor le es más fácil reírse o dudar que creer. ¿No te ha pasado esto? ¿No???  Pero…  ¿No has visto a Dios en tu vida? ¿Lo has invitado? Ok, tenemos que hablar….

Déjame contarte la historia de Jairo. Jairo, un hombre importante, era el jefe de la sinagoga, el comentario Bíblico nos dice que este era un puesto de mucho prestigio y por lo tanto Jairo era un hombre estimado y respetado (cosa que a todos nos gusta, ¿no es cierto?).  Sus ropas de lujo, su posición, no le fueron impedimento para llegar donde Jesús y literalmente tirarse a sus pies. “Mi hijita se está muriendo, ven pon tus manos sobre ella para que sane y viva” (Marcos 5:22-23).  Trato de imaginar ese cuadro y se me rompe el alma. Cualquier padre haría hasta lo imposible por no ver sufrir a su hijo, y Jairo es el mejor ejemplo; no hay posición social, no hay dinero, ni respeto que valga cuando un hijo está enfermo, y en este caso, al borde de la muerte.

Jesús no pone peros, no pide más información, El simplemente lo sigue. Detrás de ellos viene una gran multitud, y Jesús sabiendo esto, le pide a tres de sus discípulos que le acompañen. No bien habían caminado unos pasos (y curado a una mujer con flujo en el camino) cuando un hombre, quizás amigo de la familia de Jairo, llega donde ellos y les dice “Tu hija ha muerto… ¿para qué sigues molestando al maestro?”  Esta frase me rasga el corazón. Este pareciera ser alguien de confianza, porque un cualquiera, un sirviente no le hubiera sido tan directo al “jefe de la sinagoga”. El hombre habla como si no entendiera porque Jairo no se ha dado por vencido.  Ante este mensaje Jesús pudo haber abrazado a Jairo, pudo haberle dicho “bueno, trataste y eso es lo que importa. Ella ahora descansa.” 

Pero no fue así ¡No!  Jesús, quien fue invitado por Jairo para traer la solución a este gran problema que le agobiaba, toma control de la situación, y sin hacer caso de la noticia le dico a Jairo “No tengas miedo, cree nada mas.”  Ahora van caminando más rápido, ahora Jesús va paso a paso con Jairo y al llegar a la casa se percata de la cantidad de gente llorando y gritando “¿Por qué tanto alboroto? La niña no está muerta sino dormida.” (v. 39) Jesús los mira con tristeza “¿Acaso no tienen fe? ¿No escucharon ustedes que Jairo fue a buscarme?  Pero la gente no está pensando en esto y  reacciona burlándose de Él. Jesús entonces los “sacó a todos”, fíjate que no les pidió que se fueran, ¡los sacó! Entonces, invitó a Jairo y a su esposa y a sus tres discípulos a presenciar lo que los demás no estaban listos para ver, un grandioso milagro.

“Talita cum” que significa “Niña, a ti te digo, levántate” Dos simples palabras… un gran milagro.

¿Qué ha hecho Dios en tu vida?

La receta para experimentar a Dios está escrita aquí, en el sufrimiento de Jairo:
Preséntate ante la presencia de Dios… – Jairo vino a El
De Forma humilde, dejando atrás lo que crees que eres – Jairo se tiró a sus pies sin importar su posición.
Comparte tu sufrimiento e invítalo a ser parte de la solución – “Ven..”
Y te fe en su capacidad de hacer grandes milagros – “.. y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva.”

Jairo hizo estas cosas, y una vez lo invitó, Jesús fue. Y cuando pareciera que todos se le venían encima a Jairo, para hacerle sentir inútil, para recordarle que “así son las cosas”, “a veces estas cosas pasan”, “ya deja de molestar a la gente con tus cosas, lo que pasó, pasó”, Jesús toma control “No tengas miedo, cree nada mas.”  Ese mensaje es nuestro hoy. No importa lo que esté pasando en tu vida, El nos recuerda que no debemos tener miedo, solo tenemos que creer. Recuerda, El removió del medio a aquellos que se burlaron, a aquellos que no estaban listos para algo grande. Y entonces, en un cuarto lleno de muerte, con el sonido del llanto de unos padres destrozados, y ante la mirada de tres amigos de corazón humilde, Jesús hizo lo imposible. Invítalo… 

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